Marta es la administradora de la comunidad desde hace medio año. En los últimos meses se ha encontrado con problemas de todo tipo. En la mayoría de los casos, la ley ofrecía una solución tajante, aunque Marta considera que el diálogo y la palabra son, siempre, las mejores armas para llegar a un acuerdo.
La piscina de la comunidad no tenía socorrista y la puerta de acceso está siempre abierta, con el peligro que eso suponía. Nadie había protestado hasta que la familia Millán se instaló en el tercero centro con sus dos hijos pequeños. Marcos, de 5 años, y Clara, de 3.
Me pidieron que cerráramos la puerta de acceso y contratáramos a un socorrista. Esto último suponía un gasto que seguramente el resto de vecinos no estaría dispuesto a asumir.
Yo sabía que la familia Millán estaba en su derecho de exigir a la comunidad que se corrigieran los defectos de la piscina, y que podrían hacerlo ante los servicios de sanidad autonómicos que, en su caso, precintarían la piscina.
¿Cómo crees que deberían desarrollarse los acontecimientos?
Alternativa 1:
Me limité a cumplir estrictamente mis funciones de presidenta. Convoqué una Junta Extraordinaria para que los nuevos vecinos expusieran su necesidad. Como era de esperar, surgieron más opiniones en contra que favorables. La votación salió negativa y yo recogí el resultado en el acta.
Como era previsible, los Millán presentaron una reclamación en el Gobierno Autónomo y yo, como representante de la comunidad, recibí la orden que exigía el acometimiento de la obra. Lo trasladé al resto de vecinos en otra Junta Extraordinaria, y nos vimos obligados a abonar el capital necesario. Desde entonces, las relaciones de los Millán con el resto de los vecinos han sido tensas.
Alternativa 2:
Antes de comunicarles a los vecinos la situación en una Junta, intenté discutir con cada uno el peligro que suponía tener una piscina sin socorrista, para tener claras sus opiniones y que todos fuesen conscientes de que era una necesidad.
Les argumenté que, ahora ninguno de ellos tenía hijos, pero Alicia y Tomás estaban en trámites para adoptar a un niño, y Adela solía pasar los fines de semana con sus nietos en casa.
La pareja de jubilados del tercero no lo consideraron de su interés, pues apenas visitaban la piscina, sus nietos no solían visitarles, y además no podían permitirse el desembolso.
Tras estas charlas convoqué la Junta. Tras quince minutos de intercambio de opiniones, todos salvo los jubilados del tercero accedieron a las peticiones de la familia Millán.
Se acordó financiar entre el resto el salario del socorrista y la cerradura de la puerta de acceso a la zona de piscina, de cuya llave dispondrían los participantes. Para reducir al mínimo el coste del socorrista, se acordó limitar el uso de la piscina a unas semanas del verano y en un horario restringido (de 12 a 14h por la mañana, y de 16 a 18h por la tarde). Ahora todos disfrutamos de un socorrista que nos ha ahorrado algún que otro susto.
¿Cuál has escogido?
En la alternativa 1, Marta actúa correctamente, según lo que se espera de su puesto, pero no hace nada por evitar un conflicto que era fácilmente previsible.
En cambio, en la otra historia alternativa, Marta añadió a sus funciones la de intermediadora o "juez de paz". Se encargó de velar por el entendimiento entre los vecinos, sin limitarse a aplicar lo establecido por los reglamentos, sino poniendo también en juego las reglas no escritas de convivencia y sociabilidad.